Trabajar con productos químicos conlleva numerosos riesgos para la salud y la seguridad a corto y largo plazo; estos incluyen daño a los órganos, irritación de las vías respiratorias, de la piel, de los ojos, posibles explosiones, incendios y lesiones relacionadas con el humo. Los peligros del uso de químicos incluyen irritaciones de la piel, carcinógenos o sensibilizantes respiratorios, apareciendo sus síntomas inmediatamente o tardar décadas antes de que se desarrollen.

Para protegernos frente la exposición química, se debe jerarquizar una estructura de control, donde se intentará eliminar el peligro o sustituirlo por una versión más segura, finalizando con el uso de los equipos de protección individual por parte del personal encargado.

Como hemos indicado, los equipos de protección individual (o EPI) son la última línea de defensa, su uso suele ser esencial, especialmente cuando se trabaja con productos químicos, empleándose, entre otros, monos, delantales, calzado, guantes, gafas resistentes a los productos químicos, protectores faciales y respiradores.

Con respecto a la protección respiratoria, debemos tener en cuenta dos tipos de variables:

  • Protección contra partículas. Donde diferenciaremos dos familias de productos:
    • Respiradores desechables (mascarillas).
    • Filtros (para medias máscaras y máscaras faciales completas).
  • Protección contra gases y vapores. Para la protección de cada tipo de contaminante es necesario una lámina de carbón activado capaz de absorber las diferentes sustancias.